Cada palabra es un tajo, cada frase una herida profunda de belleza narrativa.
TAJOS es una novela intensa, vertiginosa, cinematográfica. Raúl, el protagonista, es un criminal ingenuo, una suerte de "enfant terrible" de este siglo XXI, mezcla de "psycho killer" y "Cándido" de Voltaire, capaz de asesinar a mansalva, con premeditación y alevosía, al mismísimo ratón Mickey, capaz de tramar, con verdadera saña, la muerte de Daisy, la novia del pato Donald. Se mueve de aquí para allá, inconsolable por la pérdida de su abuelita (es, a su manera, una débil y grácil "caperucita roja" en el mundo de lobos de impecable saco y corbata de seda que pululan en el llamado nuevo milenio).
Raúl no distingue muy bien entre realidad y fantasía. Comete los crímenes más atroces y las más conmovedoras ingenuidades. En un mundo donde la televisión, la pornografía, la dictadura y el terrorismo son el pan de cada día, responde invariablemente con un cuchillo, con una navaja, con un par de tijeras. Este niño terrible de la modernidad líquida exhibe una bondad cruel, una especie de ética del mal, actúa por compulsión en una realidad que, a la postre, demuestra ser infinitamente más violenta y asesina que él, mucho más hipócrita y dura.