“Desciendo de familia vasca por ambas líneas; llevamos tres generaciones en Uruguay, y siempre me ha fascinado la cultura de mis antepasados; sus orígenes extraños y remotos; su lengua, de aún discutida filiación y prohibida por mucho tiempo. Siempre me ha parecido un pueblo misterioso. Los seres que más marcaron mi imaginación fueron las “Sorginas”.
Estas criaturas tuvieron existencia real. Eran las comadronas de las primitivas comunidades montañesas, practicantes de una especie de medicina primitiva.
Cuando el pueblo vasco fue cristianizado a la fuerza, estas prácticas se consideraron hechicería, y sus
practicantes - casi únicamente mujeres, terminaron quemadas en las hogueras de la inquisición. “Sorgina”, significaba “Hacedora de nacimientos” y así la “Sorginkeria” se convirtió de medicina popular en prácticas máginas, heréticas".